martes, 10 de abril de 2012

Alfred Sloan, el ejecutivo emblemático


Murió en 1966, a los 80 años, una década después de su retiro. Dejó como legado un estilo de gestión que, según muchos, la GM de hoy debería retomar.

Protagonista de la vida de General Motors durante más de tres décadas (como CEO y presidente, y luego al frente del directorio), Alfred P. Sloan implementó medidas simples pero poderosas, que rescataron a la empresa de la crisis que atravesaba a comienzos de los años ’20, hasta convertirla en una de las corporaciones más grandes del mundo. Fue el arquetipo del “ejecutivo profesional”, siempre dispuesto a colocar los intereses del negocio por delante de los personales.

Dueño de un estilo de liderazgo muy alejado de los carismáticos William Durant, fundador de GM, y Henry Ford, histórico rival de la compañía, Sloan supo distinguir entre las personas que sólo creaban empresas y aquellas que eran capaces de hacerlas crecer y perdurar en el tiempo. Comprendió que el marketing era un pilar fundamental en la gestión empresarial y redujo el gran abanico de marcas de GM a sólo cinco (Chevrolet, Pontiac, Buick, Oldsmobile y Cadillac), que segmentaban el mercado por poder adquisitivo y franja de edad, bajo la filosofía “un auto para cada bolsillo y cada propósito”.




De esa manera no sólo evitó que las marcas que conformaban la familia GM compitieran entre sí, sino que les ofreció a los usuarios un producto para cada etapa de la vida. Al combinar esa estrategia con la creación del primer departamento de diseño interno de una automotriz —inédita para la época—, Sloan se impuso por encima de los estandarizados modelos tipo “caja de zapatos” de Ford, y llevó a la compañía al liderazgo en ventas. Dos conceptos centrales exponen el pensamiento de quien fuera uno de los ejecutivos más importantes del siglo XX. Primero, la noción de “obsolescencia planificada”, que al promover la actualización anual del diseño de los modelos fue una de las primeras versiones del ciclo de vida del producto. Y, en segundo lugar, el principio, en apariencia paradójico, de la “descentralización coordinada” de las operaciones, lo cual, a través de la creación de pequeños comités ejecutores de políticas, le permitió alcanzar a GM un beneficioso equilibrio estructural. Según Peter Drucker, su gran admirador —quien en los años ’40 tuvo la oportunidad de estudiar el funcionamiento de la empresa de la mano de su líder—, la descentralización resultaba crucial para el desarrollo y fortalecimiento de una organización, ya que de esa manera todos los integrantes sentían que su contribución individual era significativa.Sloan valoró el diálogo permanente con sus colaboradores y consideró que una de las tareas principales de un CEO era motivar a los gerentes. Además, les otorgó un poder de decisión real, resultado de la efectiva descentralización, y les señaló la necesidad de evitar sacar conclusiones que no se apoyaran en los hechos.Pionero en la aplicación de la estadística a las finanzas para anticipar oportunidades de mercado (el retorno sobre la inversión fue su herramienta crucial), también se destacó por su labor filantrópica. En 1931 auspició la creación del primer programa de educación ejecutiva en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde se había graduado en ingeniería. Más adelante, a través de su propia fundación, hizo posible la creación de la Escuela de Gestión Industrial del MIT, que luego llevaría su nombre.

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