domingo, 4 de noviembre de 2007
La movida tecnológica, según los argentinos del Silicon Valley
Trabajan en grandes empresas del sector. Dicen que llegó la era de los dispositivos móviles con gran conectividad. El software, una chance para la Argentina.
Damián Kantor
La computadora en el trabajo, tal como se la conoce, tiene las horas contadas. Se viene la era de los dispositivos móviles y las conexiones inalámbricas. Y las notebooks reinarán junto a las palmtops y la telefonía celular. La Argentina podría encontrar su lugar en el tablero mundial de la alta tecnología con el software y la producción para mercados emergentes, en especial aquellos que las empresas norteamericanas descuidan.
Los autores de tales profecías no son consultoras especializadas ni gurúes: son argentinos que trabajan en corporaciones radicadas en el Silicon Valley (Valle del Silicio, en inglés), considerado como el emblema del mundo de la informática y las comunicaciones. Lo que sigue es una síntesis de la charla que mantuvo Clarín en San Francisco, California, con algunos de ellos, todos ejecutivos medios de buen pasar, en la que se filtraron sus historias personales al analizar las tendencias para el sector.
Oficinas desocupadas
Transferido por la filial argentina de Yahoo, creadora del célebre buscador de Internet, Juan Gril llegó al Valle hace cinco años, cuando Wall Street comenzó a pinchar la burbuja de las "punto com" y el sueño de la llamada Nueva Economía. Gril apunta que hoy se nota la reactivación en la zona, pero que la crisis dejó secuelas. "La estructura de la empresa informática cambió. Y un 30 por ciento de las oficinas siguen estando desocupadas".
Sobre tecnología, la de Gril es una mirada desde las alturas. Transformado en un ícono de la economía norteamericana, el Valle, pese al derrumbe del Nasdaq de hace exactamente un lustro, ya no es el mismo, pero tampoco dejó de ser lo que era. Allí, todavía, las principales compañías tecnológicas realizan sus movidas estratégicas, que luego se transferirán al resto del mundo.
Gril cree en un futuro con aparatos portátiles cada vez más potentes, con mayores capacidades y de gran conectividad. "La PC tiende a desaparecer, porque un programador, por ejemplo, prefiere una laptop para trabajar y para un vendedor, un PDA (palmtop) le resulta más cómodo para visitar a sus clientes y tomar pedidos". Todos estos dispositivos, además, tendrán acceso a Internet incluso en áreas muy alejadas de los centros urbanos.
Este joven ejecutivo, de 33 años, Product Manager con 15 personas a su cargo, también pronosticó "una nueva guerra de sistemas operativos para celulares, es decir, el software base que los hace funcionar".
Coches de incentivo
Claudia Corino, Gerente de Proyectos de IBM, llegó hace 12 años al lugar y recuerda la crisis de las punto com. "El boom fue irreal. En ese momento, las empresas llegaron a dar BMW a sus empleados como incentivo. Se sabía que la caída era inevitable, y cuando cayó, cayó", sentencia.
Si bien reconoce que a cinco años del fin de la burbuja las cosas hoy están mejor, la ejecutiva de IBM dice que en el Silicon Valley no se espera nada nuevo que lo levante a las alturas en donde estuvo. "Creo que la tecnología inalámbrica está andando bien, pero nada que ver con lo que fue el boom de las punto com".
Al igual que sus compatriotas, Corino sostiene que la Argentina tiene muy buenas universidades y que la capacitación es buena. Su opinión es calificada ya que su tarea es ser el enlace con la Argentina de IBM para derivar buena parte de los proyectos de software. "El argentino está bien educado en muchas áreas. Todos los que viven aquí, al menos los que yo conozco, consiguieron muy buenos puestos en las empresas", aseguró.
El centro del Silicon Valley es San José, al sur de San Francisco, pero hay miles de empresas tecnológicas diseminadas en un racimo de ciudades que rodean a la bahía, en una franja de 100 kilómetros. Además de recostarse en San Francisco —un lugar donde hombre y naturaleza se asociaron para desparramar belleza— la zona aportó a lo largo de su historia algunas cosas para que lo tomen en cuenta.
En el mejor momento de las punto com, cuando Wall Street no paraba de mimarlo y empujaba las acciones tecnológicas hacia las nubes, cada día aparecían 65 nuevos millonarios. Y la economía del lugar, tomada como un país separado de los Estados Unidos, llegó a considerarse como uno de los 10 Estados más ricos de todo el planeta.
Carlos Jiménez, de 46 años, llegó al lugar hace 28 y pasó por varias compañías tecnológicas, entre otras Oracle. "Vine a estudiar a la universidad de San José. Hice la carrera en 7 años, y al final me quedé", dijo. También recuerda que en cada crisis que pasó la industria "hubo un tendal de desocupados, y el Valle fue perdiendo cosas en un mundo de relaciones productivas cada vez más globalizadas.
De mudanza
Hace 15 años, por ejemplo, "la producción de hardware se mudó de California a la China y a otros países del sudeste asiático. Y con la última, la de 2000, se dejó de hacer el software". "¿Qué es lo que se produce hoy en el Silicon Valley?", le preguntó Clarín. "Ideas y proyectos", respondió Jiménez con soltura.
La mayoría de los argentinos del Silicon, a diferencia de otros inmigrantes, no son nostálgicos del mate y el tango, pero recuerdan a su país en sus análisis. Jiménez, Project Manager de Wind Rivers, una proveedora de grandes corporaciones, recomienda que la Argentina haga foco en la producción a bajo precio para mercados emergentes. "A los EE.UU. no les interesa, no dejan ganancias. Ocupar esos nichos es lo que hacen los chinos. Y mal no les va", concluyó.
Con la producción de software, la Argentina compite con la India, países del sudeste asiático y del Este europeo. ¿Cómo se puede sacar ventajas? Responde Gril: "La diferencia no es el conocimiento. Lo que hay son diferencias competitivas. Ellos adaptaron sus horarios laborales a los del Valle. Además, tienen un fuerte apoyo del Gobierno. Cada empresa creada en Malasia, por ejemplo, no tributa impuestos durante tres años", señaló.
La inquietante falla de San Andrés —un costurón de 970 kilómetros producido por la fricción de dos placas tectónicas— pasa muy cerca del Valle del Silicio. Por eso allí se sienten unos mil temblores anuales. Un terremoto es una posibilidad cierta, pero la gente del lugar, ingenieros, financistas, técnicos, científicos y abogados, algunos de ellos argentinos, le temen mucho más a los periódicos cimbronazos que provienen de Wall Street.
Oportunidades
Hernán Saab desembarcó en esos pagos hace 14 años para estudiar y se graduó de "Computer Engineer", un título que promedia al de un ingeniero y programador. Para él "hay una multitud de nichos de negocios donde la Argentina podría participar, como producir videojuegos, antivirus, EDA (diseño electrónico automatizado), interfases y software de control, entre otros".
Sobre su situación laboral y la de sus compatriotas, Saab lanzó una queja, pese a que la mayoría tienen ingresos que rondan los 100 mil dólares anuales: "Entiendo que puede ser un trago amargo tener que trabajar con gente del Silicon Valley y que cobre un salario muchas veces superior al nuestro. Las cosas se ponen aún más amargas cuando esas personas no son tan capaces o eficaces", disparó, apesadumbrado.
Si alguien quisiera entender el fenómeno del Valle del Silicio no podría pasar por alto a la universidad de Stanford, una verdadera fábrica de cerebros que abastece de materia gris a la industria de la alta tecnología. Javier Sánchez llegó para estudiar allí en setiembre de 2000. "Después de recibirme —recordó— entré a trabajar en Oracle en 2002".
En su opinión, "hay empresas en la Argentina tratando de implementar un modelo similar al de la India, pero me parece que explotar la diferencia de costos no es una alternativa viable a largo plazo, y van a tener que migrar tarde o temprano a un modelo de valor agregado", finalizó el ejecutivo.
fuente : Diario Clarín
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